La diversidad cultural es lo que nos hace ser parte de un lugar determinado, así como cuando tienes tu profesión de una escuela específica como lo son las finanzas y eso te diferencia del resto de las escuelas de la misma universidad, así mismo sucede en el mundo. Más allá de rasgos físicos o idiomas, también existen las costumbres, música y bailes tradicionales, así como también fechas que han sido importantes en el desarrollo de cada país.
La música nos ha unido, más allá de nuestras diferencias personales, para mostrar una cara unida frente al resto del mundo. Es el poder de la cultura: actúa como un factor de cohesión social, alimentando al «nosotros» que une a los miembros de la misma nación. Con el cambio que tiene lugar en la forma en que consumimos la cultura, debemos adaptarnos para que los clásicos, como los nuevos trabajos, sigan siendo conocidos por todos.
Spotify y Netflix de este mundo son excelentes herramientas porque nos dan acceso a contenido internacional impresionante a bajo costo. Sin embargo, tienen el efecto de individualizar nuestro consumo cultural. Obviamente, es normal y saludable que haya una diversidad en todo lo que se ve y se escucha, ya que todos tenemos gustos diferentes. Sin embargo, el objetivo sería que todos conozcan su cultura mínimamente, de modo que tengamos referencias comunes.
Pero, si una persona usa exclusivamente estas nuevas plataformas y no tiene la costumbre de echar un vistazo a lo que se produce localmente, casi nunca se le ofrecerán canciones, libros o películas de su lugar. Aplicado a una escala mayor, este fenómeno podría dañar la difusión a todos nuestros productos culturales, lo que, recordemos, nos hace distintos y únicos en comparación con el resto del planeta.
Nosotros como sociedad deberíamos encontrar un equilibrio entre lo que consumimos individual y colectivamente. Dado que sería irrisorio y contraproducente privarnos de todas las ventajas que la tecnología nos brinda, tenemos que buscar otras soluciones. Aquí es donde, creo, la educación tiene un papel importante que desempeñar. El programa escolar podría dejar más espacio para la representación de las obras de la cultura local, lo que tendría la ventaja de proporcionar a todos un currículo cultural básico, común a todos los estudiantes.
Además, podríamos seguir utilizando medios más tradicionales, que en el pasado nos permitieron hacer grandes descubrimientos. Programas verdaderamente educativos que siguen siendo el tipo de iniciativa que creo que deberíamos apoyar. En resumen, la cultura es un gran cimiento colectivo que nos permite forjar nuestra identidad como grupo. Existen posibles vías para preservar esta riqueza mientras se enfrentan a los desafíos que traen las nuevas tecnologías. La pelota está en nuestra cancha, puesto a que las nuevas generaciones tienen una mente diferente y más abierta. Ahora es un buen momento para ver lo que las diferentes partes tienen para ofrecer en términos de políticas culturales y educativas.